Inmigracion y demonios

Aunque ya hace unos años, no muchos, pero algunos, que vivo acá, no dejan de sorprenderme como nos tratan a los argentinos. Desgraciadamente asisto a diario a conversaciones en donde la gente, probablemente sin darse cuenta, habla mal de los “sudamericanos”, “moros” o de gente de los otros países del este de Europa. Todos con un denominador común: inmigrantes.
Cuando se dan cuenta de mi “procedencia” dicen, “nooo, los argentinos son diferentes”…..(aunque tenemos mucha fama de soberbios y charlatanes, las cosas como son) pero yo también soy inmigrante. Yo no sé muy bien que sentir, porque inclusive lo dice gente a la que yo aprecio…y no, no sé qué decir.
Ojalá muchos de los que hablan así, se dieran cuenta de las “manipulaciones de cabeza” que mucha otra gente aprovecha….por lo general políticos. Pero bueno, el caso es que creo que como país multicultural que ha sido siempre, deberíamos empezar a aceptarnos unos y otros. Ojala también lo hicieran los argentinos en Argentina, y los yanquis en EEUU, y en Alemania, Francia…..Pero creo que España no necesita odio, ni se lo merece.

“¿Quiénes son los españoles?”

“Las mezquitas siguen abiertas en Granada, siete años después de la rendición de este último reducto de los moros en España. Es lento el avance de la cruz tras la victoria de la espada. El arzobispo Cisneros decide que Cristo no puede esperar.
Moros llaman los españoles cristianos a los españoles de cultura islámica, que llevan aquí ocho siglos. Miles y miles de españoles de cultura judía han sido ya condenados al destierro. A los moros también se les dará a elegir entre el bautismo y el exilio; y para los falsos conversos arden las hogueras de la Inquisición. La unidad de España, esta España que ha descubierto América, no será el resultado de la suma de sus partes.
Por orden del arzobispo Cisneros, marchan a prisión los sabios musulmanes de Granada. Altas llamas devoran los libros islámicos, religión y poesía, filosofía y ciencia, ejemplares únicos que guardaban la palabra de una cultura que ha regado estas tierras y en ella ha florecido.
Desde lo alto, los labrados palacios de la Alhambra son testigos mudos del avasallamiento, mientras las fuentes no cesan de dar agua a los jardines.”

Eduardo Galeano, “Memorias del Fuego 1: Los nacimientos”