Después de todo te vas haciendo más dura. Nada es más fuerte que lo que le pasa a uno mismo. Me explico.
Mi partida, desde Buenos Aires, yo la recuerdo con mucho dolor. Lo curioso es que yo quise venirme a vivir acá. Y sin embargo, podría decir que la partida de Argentina fue casi tan dolorosa como la pérdida de un ser querido ¿Seré masoquista?....a veces creo que sí. De todas formas no quiero entrar en el bucle en el que empiezo a entrar cuando me planteo qué corno hago acá. Sé que hay por lo menos dos razones: por amor y porque quería vivir un tiempo en otro país….bueno, una tercera es que me enamoré de España desde la primera vez que la vi.
Todo este razonamiento viene a colación de algo. Ayer, se volvieron dos amigos a Argentina. Lo loco es que eran amigos de mi maridito desde antes que nos conociéramos. Indirectamente, por su relación con uno de ellos nos conocimos. Total, que estas cosas te hacen polvo. Y así estamos, hechos polvo. Podría dedicarles de nuevo la canción de Alberto Cortés (Cuando un amigo se va) pero la verdad que no tengo ganas. Simplemente, y como sé que leen este blog, decirles que los vamos a extrañar mucho. Que sabemos que ellos también, pero que empiezan una nueva etapa, que la estaban deseando, que tiene mucho por delante y muy lindo. A mí me gustaría que se dejen de ataduras un poco, que basta de tanto sufrimiento y que se dejen llevar un poco por algunas cosas. Que piensen que un día nos van a venir a visitar. Que tampoco sale tanto un pasaje…no los vamos a secuestrar, además acá tendrán casa y comida (jiji)…en fin. A mí me gusta pensar siempre en los “hasta luegos”. Para el “para siempre” esta la muerte, que es la única que no tiene remedio.