Oh, melancolía...

El finde pasado estuve paseando por Madrid. Un Madrid húmedo porque hace un mes que no para de llover….Acá no vienen esas tormentas que hay en Buenos Aires que en dos minutos te bañaron íntegramente, aunque sí hubo un día que cayó de lo lindo. En fin, que una de las cosas más lindas de Madrid, que es lo seco y caluroso que es (bueno para mí gusto, eh) se esta yendo al tacho por culpa del cambio climático y toda es “vaina”.
La cuestión es que había varias exposiciones gratis (siiii!, el alcalde de Madrid me escuchooo!!!! bueno, no mentira, siempre las hay solo hay que buscarlas...con lupa) de fotografías y aproveche que estaba feo el tiempo para meterme con mi amiga Ángela a ver algunas.
Estuve en La Casa de América, y vimos una exposición del fotógrafo argentino, Mario Muchnik. Yo había visto algo de él alguna vez. Hace muchos años, hice un curso de fotografía en Buenos Aires, en el Fotoclub Argentino (no el Buenos Aires, eh, ojo!). De pronto, al ver esas fotos, recordé todo aquello que dejé atrás. No se me daba mal lo de la fotografía, y amaba revelar las fotos…era mágico. Ahora resulta que todo eso quedo obsoleto, todo es digital y de mucha calidad. De hecho, la mayoría de las fotos que subo al blog son del móvil. Hace un tiempo atrás, renegaba de las tecnología agregadas al móvil…”pa`que necesitas cámara y MP3 en un móvil (celular) si solo quieres hablar...” bueno, sí, y ahora me encuentro que es una maravilla tener una camarita a mano, aunque sea para contarles un pedacito de mundo….
Total, volviendo al tema, sumado a aquella época artística de mi vida, la exposición traía imágenes de Buenos Aires, Córdoba, Salta y Jujuy, lo cual me envolvió en una atmósfera de recuerdo y melancolía. Entre las imágenes de Argentina, en blanco y negro, y trozos de mi adolescencia, hubiera podido cantarme un tango ahí mismo mientras se me “piantaba” un lagrimón…
A nadie le importa que hice o no con mi vida y ni que haré con ella, pero cuantas veces cada uno de nosotros hubiera dado cualquier cosa por retroceder el tiempo, por traerse un trocito de algo que nos apasionaba y nos olvidamos.
Cuántas veces hubieras retrocedido el tiempo hasta ese instante congelado en blanco y negro…