sábado, 30 de agosto de 2008

Paseo por el Metro



El trasporte público da para mucho. Eso me pasaba en Buenos Aires y me pasa acá. Eso sí, en Baires tenía aún más tiempo. Con decirles que desde mi casa a la facu tardaba más de una hora tomándome el bendito colectivo (autobús) 42. Si habré estudiado y leído arriba del bondi (otra denominación más lunfarda de autobús). La verdad que si no fuera por ese tiempo, no creo que hubiera leído tanto.
Ahora en Madrid me pasa un poco lo mismo. Solo que tardo un poco menos. Suelo tomarme el Metro. En Buenos Aires se llama Subte.
La cuestión es que el Metro tiene su magia. Siempre pulula gente normal (o eso cree uno), chiflados, drogadictos que piden, músicos en los pasillos, familias, gente sola, mujeres guapas, hombres serios, casi nunca hombres guapos….jeje (es mentira, algo siempre se ve…).
A mi siempre me han fascinado los trenes, las vías, las estaciones. Y aunque el metro no es lo mismo, se le parece bastante. Recuerdo cuando hice unos cursos de fotografía en Baires, allá por fines de los ´90, el tema que elegí para mi trabajo final fue el del Tren. Me había quedado algo muy bonito.
Estos días he sacado algunas fotos del metro y sus pasillos, andenes y trenes para uds. También he a provechado para releer algunos libros, entre ellos “Cien años de soledad”.
Me sorprendí a mi misma lagrimeando con un párrafo justo antes de bajar en mi estación, Usera.

“Prudencio Aguilar no se fue ni José Arcadio Buendía se atrevió a arrojar la lanza. Desde entonces no pudo dormir bien. Lo atormentaba la inmensa desolación con que el muerto lo había mirado desde la lluvia, la honda nostalgia con que añoraba los vivos, la ansiedad con que registraba la casa buscando el agua para mojar su tapón de esparto. “Debe estar sufriendo mucho”, le decía Úrsula. “Se ve que está muy solo”. Ella estaba tan conmovida que la próxima vez que vio al muerto destapando ollas de la hornilla comprendió lo que buscaba, y desde entonces le puso tazones de agua por toda la casa. Una noche en que lo encontró lavándose las heridas en su porpio cuarto, José Arcadio Buendía no pudo resistir más.
-Está bien, Prudencio –le dijo-. Nos iremos de este pueblo , lo mas lejos que podamos, y no regresaremos jamás. Ahora vete tranquilo.”
Gabriel García Márquez. “Cien años de soledad”





3 comentarios:

Anónimo dijo...

La primer foto que publicas en este post, me recuerda mucho a una película ochentera que acá en México se llamó "un hombre lobo americano en Londres" donde las víctimas desesperadas corrían por los pasillos vacíos del metro de aquella ciudad europea.
Cien años de Soledad fe el primer libro que leí "en forma" desde que me hice el hábito de la lectura y desde entonces me hice asiduo fan de García Márquez, si has leído varios de sus libros te recomiendo "vivir para contarla" es genial y en él te enteras de varios de los motivos por los que escribe. Saludos desde la finca.

Del dijo...

MARIAAAAAAAAAAAAAAAANAAAA!!! No lo puedo creer!!!! Soy Delia (amiga de Lore). Te juro que te encontré mirando los blogs notables en Google, y te mencionaron en Abril 08. Entré y vi a Magui...taaaan bonita, y ahí caí en que vos eras vos. Un abrazo enorme!!!Voy a volver por acá!

Porteña en Madrid dijo...

Cuervo: agendo libro, ya te cuento que me parece.

Delia: estoy "flipando"....ya me pase por tu blog. un besazooooo